jueves, 7 de febrero de 2013

 


Templos de Dios


   Recuerdo que mi madre me decía: “Mira, aquí está Dios”. Tenía temblor su voz cuando lo mencionaba, Y yo buscaba al Dios desconocido en los altares, sobre la vidriera en que jugaba el sol a ser fuego y crista. Y añadía: “No lo busques fuera. Cierra los ojos y oye su latido. Tú eres, hijo, la mejor catedral” (Martín Descalzo).

   Dios habita en nosotros siempre y en todas partes. ¿Por qué no enseñar esta verdad fundamental a todos? Dios, Creador y Padre, está presente en cada uno de sus hijos, está atengo a todos sus pensamientos, proyectos y actividades. No se extraña de nada. Nada del altera. Es lento a la ira, rico en paciencia y bondad.

    Dios  nos ha creado a su imagen y semejanza (Gn 1.26). Y no nos ha abandonado; sigue cuidándonos y alimentándonos. Vela por nosotros…

   Tal bondad no depende de nuestro comportamiento. Él hace salir el sol sobre buenos y malos…Y si viste de belleza a los lirios del campo y alimenta a los pájaros del cielo, ¿qué no hará por nosotros, sus hijos? (Mt 6.26-30). infinitamente superiores a las flores y a los animales?

   Dios está presente en cualquier ser humano. Lo sienten cercano y amigo todos aquellos que creer el Él. Por medio de su Espíritu nos ofrece sus dones: amor, paz, gozo, amabilidad, bondad, paciencia, fidelidad, equilibrio, dominio propio (Gá 5.22)…Sólo hace falta creer en El y dejarle libertad para darnos un “Corazón de hijo” rescatado del pecado por la sangre de Jesús (Gá 3.26).

   Creer en la presencia de Dios ayuda a orientar la vida, a sobrellevar los golpes duros, a vivir, como Jesús, unidos al Padre y volcados hacia el prójimo. Vivir en su presencia estimula el amor, la fuerza y el entusiasmo en cada momento.

   ¿Quién o qué cosa nos podrá separar de Dios? Ni la muerte, ni la vida, ni el presente, ni el futuro…nada nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Jesucristo (Rm 8.35-39).

“Cristo conmigo.
Cristo dentro de mí,
Cristo delante e mí
Cristo en mi casa,
Cristo en el camino,
Cristo en mi puesto de trabajo…
Cristo conmigo
Y yo con Cristo
Siempre y en todas partes”.

(San Patricio)
  

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